Odio la hora de irme a la cama cuando hay algo que me preocupa.
En la oscuridad y el silencio que brindan esas horas, sin nada con lo que entretener mis pensamientos preocupados, le doy vueltas y vueltas a las cosas sin que el cansancio ni el sueño puedan disiparlas y dejarme dormir tranquila.
Y así se me pasan las horas.
Ahora del costado izquierdo. Ahora del derecho. También boca arriba.
Y las ideas me martillean la cabezota mientras me desespero mirando el reloj y comprobando cómo pasan las horas, a pesar de que sé que mañana será otro día y con la luz veré las cosas de manera distinta y no me atormentarán tanto esas preocupaciones...
O sí.
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