Me entristecen los viajes de noche. Me recuerdan a un tiempo de pequeña donde un viaje de noche significaba volver a casa, con mi padre conduciendo, mientras yo muerta de cansancio y sueño, con mis walkman entre las manos, y mis supercascos, escuchaba música en cinta (qué tiempos aquellos), sobre todo Mecano.
Siempre me gustaba acomodarme al lado de la ventana, mientras observaba ponerse el sol y hacerse la más absoluta oscuridad, tanto cuando volvíamos a casa después de un día de campo en el chalet de mi abuela paterna, como de algún viaje de vacaciones de verano.
Y ahora, mirar desde el coche o del autobús en nuestros viajes por la ventana, y ver cómo cae la noche, y recordar... recordar que ya no es posible... me entristece, me pone melancólica, pero también en el fondo me encanta, porque recuerdo cuando era niña, y aquellos momentos eran especiales y felices.
2 comentarios:
Estas hecha una literata romanticona
Ays, qué cosas me dices, Stephen...
En tu blog discutimos sobre fútbol, y mira aquí qué planes, jajajaja.
P.D.: Eres más perro que Raúl, que ni eres capaz de identificarte en Blogger para que te salga el nick al fimar... XD
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